
Madres migrantes y por qué priorizar la salud mental
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marzo 25, 2025Ser mujer en esta sociedad implica una carga que muchas veces no se nombra pero que se siente en cada etapa de la vida. Desde la niñez se les enseña a encajar en ciertos estándares, a verse de determinada manera, a comportarse con docilidad, a ser fuertes, pero sin exagerar, a cuidar de los demás antes que de ellas mismas.
Y esa presión constante termina teniendo consecuencias profundas en su salud mental y emocional.
«Las mujeres son más propensas a padecer ciertos trastornos que, aunque tienen raíces biológicas, también están fuertemente influenciados por factores socioculturales».
No es casualidad que la ansiedad, la depresión, los trastornos de la alimentación y los síntomas asociados al ciclo menstrual sean parte de la vida de tantas mujeres. Y no es porque «ellas son así«, es que así se les ha condicionado a vivir.
Por eso, en este artículo queremos abordar los principales trastornos que afectan a las mujeres, para concienciar sobre los mismos y la necesidad de priorizar el cuidado de la salud mental.
El cuerpo como enemigo: dismorfia y trastornos alimenticios
Desde muy pequeñas, a las mujeres se les enseña erróneamente que su apariencia “define” gran parte de su valor.
Se les enseña a mirarse en el espejo con ojo crítico, a notar cada imperfección, a compararse con esta actriz o aquella otra modelo, imágenes irreales que las empuja a sentirse eternamente en deuda con un ideal que nunca alcanzarán.
Así es como muchas mujeres desarrollan el trastorno dismórfico corporal, una obsesión con defectos físicos percibidos que pueden ser mínimos o inexistentes, pero que generan angustia y distorsionan la autopercepción.
En ese mismo orden es que ganan espacio los trastornos alimenticios como la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón, que son otra manifestación de la misma lucha interna.
No se trata solo de comida, sino de control, de sentir que el cuerpo es una carga, de intentar moldearlo a costa de la salud. Detrás de estos trastornos hay miedo, vergüenza y una sensación constante de insuficiencia.
La presión por la belleza perfecta no solo enferma, también roba la oportunidad de vivir plenamente. Recuperar la relación con el propio cuerpo implica desaprender años de juicios y volver a verlo como un hogar, no como una prisión.
El síndrome premenstrual y el dolor desestimado
El cuerpo femenino es un misterio incluso para la medicina. Durante décadas, los síntomas del síndrome premenstrual (SPM) han sido minimizados, tratados como «exageraciones» o simples cambios de humor. Pero la realidad es que muchas mujeres enfrentan síntomas incapacitantes que van desde cambios emocionales extremos hasta dolor físico severo.
El problema no es solo el malestar en sí, sino la manera en que la sociedad reacciona ante él.
«Se espera que las mujeres sigan funcionando, que ignoren su propio cuerpo, que no se quejen demasiado».
Esta falta de reconocimiento médico y social lleva a que muchas sufran en silencio, normalizando un dolor que nunca debería ser minimizado.
Depresión posparto: el lado oculto de la maternidad
La maternidad es romantizada hasta el punto de que hablar de su lado oscuro se convierte en un tabú. A las mujeres se les repite hasta el cansancio que tener un hijo es lo más hermoso que puede pasarles, que el instinto materno lo resuelve todo, que el amor es inmediato y absoluto. Pero ¿qué pasa cuando no es así?
La depresión posparto es un trastorno que afecta a muchas mujeres después de dar a luz, pero que pocas se atreven a reconocer por miedo a ser juzgadas. Se sienten abrumadas, desconectadas de sus bebés, incapaces de manejar la presión de ser «la madre perfecta».
Pero el problema no es la maternidad sino la falta de apoyo, la exigencia desmedida y la invisibilización del bienestar de la mujer en este proceso.
Poder hablar abiertamente de estas emociones y buscar ayuda sin culpa es fundamental para evitar que la depresión posparto se convierta en un sufrimiento prolongado.
Ansiedad y depresión: la sobrecarga emocional
Las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de ser diagnosticadas con ansiedad y depresión. No es casualidad. Cargan con la expectativa de ser cuidadoras, exitosas, atractivas, equilibradas. Son educadas para anteponer a los demás, a callar su enojo, a no ser «demasiado» de nada.
La ansiedad se manifiesta como un estado de alerta permanente, una sensación de que nunca se está haciendo suficiente, de que algo malo está por suceder.
La depresión, en cambio, es la fatiga de haber sostenido demasiado peso durante demasiado tiempo, el agotamiento de cumplir con un sinfín de expectativas sin sentirse realmente vistas o valoradas.
Por eso, aprender a priorizarse es un acto de resistencia. La salud mental no es un lujo, es una necesidad. Reconocer que no puedes con todo, que no tienes que cumplir con cada exigencia externa, que tu valía no se mide en sacrificios, es el primer paso para recuperar el control sobre tu vida.
Romper el ciclo: la salud mental como prioridad
Las mujeres no nacen con estos trastornos. Los desarrollan en respuesta a una sociedad que les exige demasiado y las cuida demasiado poco. Si eres mujer y estás leyendo esto, entiende que no es su culpa sentirte así, pero sí es tu responsabilidad buscar ayuda y cambiar la narrativa.
Hablar de estos temas, pedir apoyo, reconocer tus emociones sin miedo al juicio es parte del proceso. La terapia es una herramienta poderosa, no porque te «arregle», sino porque te da las herramientas para entenderte, sanar y construir una relación más sana contigo misma.
No tienes porqué cargar sola con este peso. No tienes que aceptar que vivir así es normal. Puedes aprender a cuidar de tu salud mental con la misma dedicación con la que te enseñaron a cuidar de los demás. Porque estar bien no es un privilegio, es un derecho.
Tienes a todo nuestro equipo a tu disposición para ayudarte en este camino hacia ti, hacia tu bienestar y tu felicidad.
Equilibrio Mental Health, equilibrando emociones.
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