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abril 1, 2025La sociedad actual sigue construyendo un laberinto de expectativas para las mujeres. Un conjunto de reglas no escritas pero profundamente arraigadas que dictan cómo debe ser, sentir, actuar y existir una mujer.
La culpa y el miedo son los compañeros silenciosos de millones de mujeres.
Culpa por cada decisión que no se ajusta al guión preestablecido, miedo a ser juzgadas, a no cumplir con las expectativas familiares, sociales y culturales.
¿Cuántas veces se habrá cuestionado en su vida una mujer si es «suficiente«? La maternidad se convierte en un campo de batalla. Si decide ser madre, será evaluada constantemente: ¿trabaja o se queda en casa? Si no tiene hijos, la sociedad automáticamente genera un interrogatorio sobre su feminidad, su realización personal.
El trabajo se transforma en otro espacio de permanente escrutinio. Si una mujer trabaja, es juzgada por «descuidar» su familia. Si no trabaja, es criticada por no ser «productiva». Si tiene una carrera exitosa, se cuestiona su femineidad. Si elige un camino más tradicional, se le niega su potencial.
La vestimenta, otro territorio de control. Un escote es provocación, un pantalón muy ajustado es una invitación, un vestido largo es recato. Cada prenda se convierte en un mensaje social que define y limita.
Salir de casa se transforma en un acto de valentía. ¿A qué hora sale? ¿Con quién sale? ¿Por qué sale? ¿A qué hora vuelve? La movilidad femenina sigue siendo vigilada y cuestionada.
El estado civil, otro espacio de permanente evaluación. No tener pareja a los 30 la hace «difícil». Tener múltiples parejas la convierte en «ligera». Casarse temprano es someterse, casarse tarde es fracasar. Divorciarse es un estigma.
Entonces, ¿cómo puede ser feliz la mujer moderna?
La respuesta es compleja pero poderosa: amor propio y límites.
Amor propio significa reconocerse más allá de los roles impuestos. Significa entender que su valor no depende de ser madre, esposa, profesional o ama de casa. Su valor es inherente a su existencia.
Los límites son la herramienta de liberación. Límites para decir no cuando algo no nutre. Límites para alejarse de relaciones tóxicas. Límites para elegir el propio camino sin culpa.
No se trata de rebelarse violentamente contra todo, sino de construir una existencia consciente. Donde cada decisión sea propia, donde cada elección sea resultado de la libertad, no del miedo.
La felicidad moderna no es un estado, es un proceso. Es desaprender mandatos. Es reconectar con la propia esencia. Es entender que no hay un solo modelo de mujer, sino infinitas formas de ser auténtica.
Ser mujer hoy es ser un territorio en permanente construcción. Un espacio de resistencia y de creación. Donde la culpa se transforma en consciencia, y el miedo en posibilidad.
No hay recetas únicas. Hay caminos. Y el de cada mujer es el más importante..
Equilibrio Mental Health, equilibrando emociones.
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