
Vivir con miedo a la deportación
abril 14, 2025Todos queremos vínculos tranquilos, ligeros, que nos den paz. Queremos relaciones donde sentirnos en casa, con menos drama, con más conexión. Y claro que eso es posible. Pero hay una condición silenciosa que muchas veces evitamos mirar:
Para tener una relación sana, necesitas aceptar momentos incómodos.
Sí, lo sé. No suena tan bonito como las promesas de amor fácil y sin esfuerzo. Pero es real.
Una relación verdaderamente saludable no es la que nunca discute. Es la que puede hablar de lo que duele, de lo que molesta, de lo que genera incomodidad, sin romperse por completo en el intento.
Es fácil querer lo liviano, lo que fluye, lo que no confronta. Pero ese tipo de “paz” puede esconder una desconexión peligrosa: la del silencio, la del “mejor no digo nada”, la del “para qué hablar si va a haber problema”.
«Lo ligero de verdad no es lo que evita el peso, es lo que lo atraviesa con respeto y madurez».
Las relaciones se fortalecen en lo que se dice, no en lo que se guarda
Una relación sana no es la que siempre sonríe, sino la que se anima a mirar a los ojos y decir: “Esto me dolió”. “Esto no me hizo bien”. “¿Podemos hablar de esto?”
Porque si no se habla, se acumula. Y lo que se acumula, explota.
No se puede construir una intimidad profunda si cada vez que algo incomoda, uno de los dos se cierra o se va. Si cada tema sensible se barre bajo la alfombra por miedo a “arruinar la relación”.
¿Sabes qué arruina las relaciones, de verdad?
- El no hablar.
- El no expresar lo que necesitamos.
- El no poner límites.
- El no decir la verdad por miedo a perder al otro.
La incomodidad no es el enemigo. Es la puerta.
Las conversaciones difíciles no son un problema. Son una oportunidad. Cada vez que te sientas con tu pareja, con tu amigo, con tu familiar y puedes decir algo que te pesa, estás abriendo una puerta hacia una relación más honesta, más profunda y real.
Y claro, no es fácil. Requiere coraje. Escucha. Autenticidad. Pero si ambos están dispuestos, esas conversaciones no destruyen. Construyen.
Porque detrás de una frase incómoda, muchas veces hay amor.
Amor que dice: “Me importa tanto esto que no quiero seguir guardándolo”, “No quiero alejarme, por eso te hablo”.
¿Quieres algo sano, estable, verdadero?
Entonces entiende esto:
- El conflicto no es el fin del amor.
- El silencio sostenido sí lo puede ser.
- Lo que no se habla, se convierte en distancia.
- Lo que se habla, aunque duela un poco, tiene una chance de transformarse.
Hablar de lo difícil no es señal de que algo va mal. Es señal de que te importa lo suficiente como para no quedarte callado.
Así que sí: si quieres relaciones más ligeras, acepta primero el peso de algunas conversaciones.
Porque el vínculo más liviano… es el que se construye con verdad.
Equilibrio Mental Health, equilibrando emociones.
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